viernes, 17 de abril de 2015

El pasado mes de noviembre, la misma noche en que las Leónidas atravesaban los cielos, mi padre, Isidoro González-Adalid, nos abandonaba para, quién sabe si emprender un viaje hacia las estrellas.
Muchos de vosotros, seguidores del blog, sabréis que esta aventura a través de las ciudades se inició de la mano de otra aventura, dolorosa y maldita, que jamás sin embargo, ni en sus últimos días ni en su último aliento, consiguió doblegarlo. Su pasión por la vida fue infinita y traspasó las barreras de las limitaciones de su propio cuerpo.
Una pasión que es fácil descubrir en cada uno de sus dibujos y en cada una de las palabras que dedicó a los dibujos de los demás, ya fueran artistas reconocidos o humildes amantes de la pintura y el arte.
Hoy, en su familia, recogemos su legado. Nos gustaría mantener vivo el blog, nos gustaría mantener viva su memoria. 
Intentaré, por mi parte, actualizarlo de tanto en tanto, pero obviamente ya no será lo que fue.
No poseo los amplísimos conocimientos que tenía él sobre el urbanismo, la arquitectura o el arte. Será, simplemente, una pequeña ventana abierta desde la que trataremos de seguir admirando su obra.
Muchas gracias a todos aquellos que, de una forma u otra, le mostrasteis vuestra admiración o vuestro respeto.
Un abrazo,
Marta González-Adalid.