A comienzos de los 90, un equipo de especialistas –ver al final del artículo- coordinado por mi amigo, ya ausente, el arquitecto-urbanista Juan Manuel Alonso Velasco, comenzó la redacción del Plan Especial de Protección de la Ciudad Alta de Cuenca por encargo del Ayuntamiento de la ciudad. Yo formé parte de ese equipo desde el inicio del Plan hasta su aprobación definitiva en calidad de especialista en Análisis del Medio Físico y Diseño Urbano, además de dibujar y coordinar el equipo de dibujantes –ver al final del artículo- que levantó los alzados de casi todas las calles de la Ciudad Alta. Más adelante, en otras entradas, iré publicando más alzados de aquellos. En esta ocasión traigo dos de los más significativos por su belleza formal, y también por su singularidad constructiva; los de la calle Alfonso VIII cuyas traseras vuelan sobre la hoz del Huécar, y esas mismas traseras. Voy a exponer aquí la teoría de que, en gran parte, las edificaciones de la Ciudad Alta se construyeron, como dicen Fito y los Fitipaldis, empezando por el tejado.
Este es uno de esos proyectos en los que el dibujo, aparte de su interés artístico o documental, se muestra como una herramienta de trabajo fundamental, algo que permanentemente trato de reivindicar en este blog. El levantamiento de los alzados, dibujando casa por casa, las calles y espacios urbanos de la Ciudad Alta, constituyó un método insuperable de aprendizaje de la ciudad. Muchas de las decisiones del Plan en cuanto a diseño urbano, catálogo de protección y decisiones sobre alineaciones y alturas, nacieron de ese profundo conocimiento proporcionado por el dibujo detallado de la ciudad.
Los dos alzados que traigo a este artículo corresponden a la manzana lineal que ocupaba el borde natural de la muela en su vertiente hacia la Hoz del Huécar. En el plano de curvas de nivel de aquí arriba he situado en rojo la manzana edificada. Uno de los alzados, el de las edificaciones más altas corresponde a la vertiente sobre la Hoz, y el otro, hacia el interior de la ciudad, lo que hoy es la calle Alfonso VIII. Ambos están dibujados por mí a principios de los años 90, y coloreados posteriormente con la ayuda de la gentil Lola Lobato Morchón,. La colección de alzados dibujados para el Plan Especial de Protección, constituye un documento gráfico exhaustivo, casa por casa, monumento por monumento, de cómo se encontraba la ciudad de Cuenca en esas fechas.
La imagen es una reproducción de un dibujo de Anton van de Wingaerde, castellanizado en su día como Antonio de las Viñas, que suena mucho menos importante por cierto, de la fachada de la ciudad de Cuenca que da sobre la Hoz del río Huécar. En el primer farallón, a la derecha, aparecen las que hoy son conocidas como "Casas Colgadas". Tras ese primer plano se aprecian claramente los "rascacielos". En ese momento, la mayoría de ellos volaban sobre la hoz antes de descolgarse hasta tocar tierra.
La ciudad, desde el medievo, estuvo encaramada y fortificada sobre el peñasco o muela que perfilaron el Júcar y el Huécar. Una muestra gráfica excepcional de cómo era la ciudad unos siglos más tarde,en el siglo XVI, nos la proporciona los dibujos de Antón van Wingaerde, dibujante flamenco al servicio de Felipe II, que como un excepcional “urban sketcher” de su época levantó acta gráfica de las ciudades españolas a modo de inventario real. En ese momento histórico, con la ciudad rondando los 16000 habitantes hacinados en el recinto amurallado, las edificaciones –como muestran los dibujos de Wingaerde-, rebosan literalmente por sobre las murallas.
He recortado este detalle porque muestra la forma en que las edificaciones rebosan por encima de las murallas. El frente amurallado coronado en su totalidad por el caserío, es el que da frente a la llamada entonces Albuhaira, hoy Huertas del Puente de Palo, espacio de huertas que se inundaba en caso de asedio, cegando el ojo del antiguo puente de la Trinidad. También alcanza la zona de la calle de los Tintes y las traseras del barrio de Retiro.
Como es lógico, en época medieval, las edificaciones se levantaron dentro del recinto de la “Ciudad Alta” llegando hasta el borde de los precipicios –farallones les llaman en Cuenca-, a resguardo de los posibles ataques enemigos. La creciente presión demográfica posterior y la correspondiente edificatoria, no dejó otra opción a sus habitantes que la de sobrevolar las construcciones sobre el abismo si querían ampliar o recrecer sus viviendas. Eso es precísamente lo que muestran los dibujos de Wingaerde; cualquier emplazamiento es bueno para edificar, incluidas las crestas de los farallones o las propias murallas. A partir de esa situación, y una vez eliminado el peligro de ataque exterior –hacía 70 de la expulsión de los árabes de la Península Ibérica-, las construcciones “descendieron” paulatinamente hasta tocar la tierra de la hoz.
La foto está hecah desde la plaza del bellísimo Museo de Arte Abstracto. La casa que tratamos forma parte de esa piña.
La estructura de madera constituye el sistema, reforzado en la actualidad, para sostener en voladizo las edificaciones medievales y sus "descendimientos" hacia la hoz.
Cerca de la iglesia de Santa Cruz, en el sentido hacia el barrio de San Martín, quedan un par de “rascacielos” volados que ejemplifican el proceso que estoy describiendo. Uno de ellos -del que muestro un detalle de la estructura de madera es el que nos va a servir para ilustrar cómo se puede empezar la casa por el tejado. Un par de metros más o menos por encima de las vigas y puntales que están actualmente al aire, se sitúa la cota de la calle Alfonso VIII, a la que da su fachada principal. Queda por tanto un espacio de 10 o 12 metros hasta el terreno de la hoz. En sentido opuesto, hacia el barrio de El Salvador, la altura del farallón va aumentando hasta llegar en ocasiones al equivalente a seis o siete plantas de edificación.
Alzado de la casa hacia la calle Alfonso VIII
Estos dibujos corresponden a un antiguo Plan de Rehabilitación de la manzana que estamos tratando, previo a nuestro Plan Especial, y cuyo enunciado no logro recordar.
He dibujado esta serie que describe la evolución tal y como yo la imagino. OJO: insisto en que es una elucubración mía, sin base documental histórica o gráfica de ningún tipo. Así que advertidos estáis.
Pienso que en muchos casos, la ampliación de estas casas colgadas se produjo descolgándo las nuevas plantas hacia la hoz, de manera que cada nueva planta se autosustenta, hincando las vigas y colañas del nuevo piso en la roca del escarpe. Ya más cerca de la hoz, se remataría la construcción levantando, ahora sí, dos o tres plantas de mampostería hasta conectar con los pisos descolgados. Así, estos increíbles rascacielos medievales han podido sostenerse desde entonces, pues realmente cada nuevo piso es autónomo estructuralmente hablando, o casi. No es tan fácil como lo he explicado; Mártir Rizo escribe en el siglo XVII, “...adornan la ciudad muchos edificios (...) que causarán admiración por su infinita alteza, pues hay algunos de doce y catorce altos, y de tal suerte se ven fabricadas sus casas, que parece que los techos de unas son fundamento de las otras...”. Y más tarde Antonio Ponz escribe; “...Algunas de las casas de Cuenca que están arrimadas a aquellos riscos tienen diez o doce altos, y sobre sus tejados se ven salir los fundamentos de las otras, de suerte que, desde fuera de la ciudad se suelen ver asomadas las caballerías a alguna ventana que parece de cuarto principal o último y es la caballeriza de la casa”. En otras descripciones se habla de “piña de edificios” en la que se solapan plantas de diferentes viviendas, unas sobre otras.
Respecto al modo en que dibujamos los 85 metros lineales de alzados, que es la longitud que alcanzan los dibujos dispuestos en línea, quiero recordar que debían hacerse manualmente -pues no había ordenadores en esa época- y en el menor tiempo posible. Para ello acudimos a las viejas láminas adhesivas de Letraset. Para los que no han conocido más que el ordenador les diré que, a grosso modo, consistían en calcomanías adhesivas de tipografías o símbolos arquitectónicos que se fijaban al papel o cualquier otro soporte soporte frotando sobre ellos.
Diseñamos una lámina específicamente para este trabajo que contenía diferentes modelos de ventanas, puertas, balcones, tejas, canalones y otros elementos de fachada según las tipologías observadas en la Ciudad Alta. Letraset nos fabricó cerca de 100 láminas y con ellas hicimos el trabajo en cuatro meses. Tenía varias ventajas el sistema, pues a la rapidez de ejecución añadía que podíamos compartimentar el trabajo, de manera que unos encajaban a lápiz sobre el papel vegetal, otros -los menos hábiles dibujando- frotaban los elementos de fachada en los encajados a lápiz, y otros rematábamos el dibujo a pluma sobre el papel vegetal. De esta forma, además, el estilo de todos y cada uno de los alzados era sensíblemente el mismo.
Posteriormente, para la publicación en el 2003 del libro que recoge el Plan Especial le dimos color; hacíamos copias en papel de acuarella, Lola Lobato les daba el tono general y yo los terminaba.
No quiero dejar de resaltar la enorme transformación de la ciudad en estos años. Aquí arriba se muestran los cambios habidos en la ciudad en el área que nos ocupa, pero realmente el fenómeno ha sido el mismo en toda la Ciudad Alta. Todo empezó con una pequeña oficina en la que un aparejador con ganas de hacer la cosas bien, Raúl del Pozo creo que se llamaba, gestionando hábilmente el poco dinero del que disponía a través del programa Cuenca a Plena Luz, empezó a conceder créditos blandos para arreglar el cascarón de las edificaciones -cubiertas y fachadas- y evitar que siguiera el deterioro en el interior. Más tarde, con más presupuesto, se entró en el interior de las viviendas hasta cambiar en una década el terrible paisaje que ofrecía la ciudad. Entre tantos partícipes de esta transformación, fundamentalmente las diferentes corporaciones municipales habidas desde entonces y el dinero llegado de Europa, el gobierno regional y el central, creo que nos merecemos un hueco todos los que partipamos en la redacción del Plan Especial. En ocasiones ves el resultado de tu trabajo.
He dibujado esta serie que describe la evolución tal y como yo la imagino. OJO: insisto en que es una elucubración mía, sin base documental histórica o gráfica de ningún tipo. Así que advertidos estáis.
Pienso que en muchos casos, la ampliación de estas casas colgadas se produjo descolgándo las nuevas plantas hacia la hoz, de manera que cada nueva planta se autosustenta, hincando las vigas y colañas del nuevo piso en la roca del escarpe. Ya más cerca de la hoz, se remataría la construcción levantando, ahora sí, dos o tres plantas de mampostería hasta conectar con los pisos descolgados. Así, estos increíbles rascacielos medievales han podido sostenerse desde entonces, pues realmente cada nuevo piso es autónomo estructuralmente hablando, o casi. No es tan fácil como lo he explicado; Mártir Rizo escribe en el siglo XVII, “...adornan la ciudad muchos edificios (...) que causarán admiración por su infinita alteza, pues hay algunos de doce y catorce altos, y de tal suerte se ven fabricadas sus casas, que parece que los techos de unas son fundamento de las otras...”. Y más tarde Antonio Ponz escribe; “...Algunas de las casas de Cuenca que están arrimadas a aquellos riscos tienen diez o doce altos, y sobre sus tejados se ven salir los fundamentos de las otras, de suerte que, desde fuera de la ciudad se suelen ver asomadas las caballerías a alguna ventana que parece de cuarto principal o último y es la caballeriza de la casa”. En otras descripciones se habla de “piña de edificios” en la que se solapan plantas de diferentes viviendas, unas sobre otras.
Respecto al modo en que dibujamos los 85 metros lineales de alzados, que es la longitud que alcanzan los dibujos dispuestos en línea, quiero recordar que debían hacerse manualmente -pues no había ordenadores en esa época- y en el menor tiempo posible. Para ello acudimos a las viejas láminas adhesivas de Letraset. Para los que no han conocido más que el ordenador les diré que, a grosso modo, consistían en calcomanías adhesivas de tipografías o símbolos arquitectónicos que se fijaban al papel o cualquier otro soporte soporte frotando sobre ellos.
Diseñamos una lámina específicamente para este trabajo que contenía diferentes modelos de ventanas, puertas, balcones, tejas, canalones y otros elementos de fachada según las tipologías observadas en la Ciudad Alta. Letraset nos fabricó cerca de 100 láminas y con ellas hicimos el trabajo en cuatro meses. Tenía varias ventajas el sistema, pues a la rapidez de ejecución añadía que podíamos compartimentar el trabajo, de manera que unos encajaban a lápiz sobre el papel vegetal, otros -los menos hábiles dibujando- frotaban los elementos de fachada en los encajados a lápiz, y otros rematábamos el dibujo a pluma sobre el papel vegetal. De esta forma, además, el estilo de todos y cada uno de los alzados era sensíblemente el mismo.
Posteriormente, para la publicación en el 2003 del libro que recoge el Plan Especial le dimos color; hacíamos copias en papel de acuarella, Lola Lobato les daba el tono general y yo los terminaba.
Las fotos antiguas se tomaron en 1990 aproximadamente, y las modernas en el 2002. El cambio es radical. Lamentablemente no todo se ha hecho bien; algunos arquitectos olvidan la ciudad en la que proyectan y desprecian con suficiencia sus modos y maneras de hacerse. Qué fácil hubiera sido quebrar ese paño liso que tan malamente llama la atención.
No quiero dejar de resaltar la enorme transformación de la ciudad en estos años. Aquí arriba se muestran los cambios habidos en la ciudad en el área que nos ocupa, pero realmente el fenómeno ha sido el mismo en toda la Ciudad Alta. Todo empezó con una pequeña oficina en la que un aparejador con ganas de hacer la cosas bien, Raúl del Pozo creo que se llamaba, gestionando hábilmente el poco dinero del que disponía a través del programa Cuenca a Plena Luz, empezó a conceder créditos blandos para arreglar el cascarón de las edificaciones -cubiertas y fachadas- y evitar que siguiera el deterioro en el interior. Más tarde, con más presupuesto, se entró en el interior de las viviendas hasta cambiar en una década el terrible paisaje que ofrecía la ciudad. Entre tantos partícipes de esta transformación, fundamentalmente las diferentes corporaciones municipales habidas desde entonces y el dinero llegado de Europa, el gobierno regional y el central, creo que nos merecemos un hueco todos los que partipamos en la redacción del Plan Especial. En ocasiones ves el resultado de tu trabajo.
Una última reflexión: resulta paradójico que la redacción de un abultado y sesudo Plan esté destinado a proteger esta increíble ciudad, cuya único "Plan" tiene su fundamento normativo y teórico en el Fuero de Cuenca, documento que el Rey Alfonso VIII redacta para estimular la repoblación de la ciudad reconquistada, y que poco dice en términos de urbanismo y normativa edificatoria; “Cualquiera que construya una casa, levante la altura que le plazca” allí donde el ayuntamiento le indique. Así, sin más, con una pequeña recomendación sobre los conflictos en las medianerías. Más tarde se prohibirá la cubrición de las casas con paja, sustituyéndolas por teja cerámica, para evitar incendios. Et voilá; Cuenca.
El equipo que redactó el Plan Especial de Protección de la Ciudad Alta de Cuenca, aprobado definitívamente en 2002, fue;
Director Juan Manuel Alonso Velasco Arquitecto Urbanista
Miguel Ángel Troitiño Vinuesa, Catedrático de Geografía Humana; Análisis histórico y socioeconómico
Carlos Corral Sáez, Ingeniero de Caminos; Tráfico y Peatonalización
Susana Santos Correal, Economista; Estudio Económico
Isidoro González-Adalid; Análisis del Medio Físico y Diseño Urbano
Lola Lobato, Licenciada en Historia del Arte; Documentación Edificios Catalogados
Pedro Martínez Escribano, Licenciado en Geografía e Historia; Encuestas de Actividades
Emilio García Gil, Geólogo; Análisis Geológico del Territorio
Manuel Pérez Álvarez; Coordinador del Equipo de diseño AV Arquitectura y Urbanismo.
Este mismo equipo, salvo Susana, Pedro y Emilio, coordinado en esa ocasión por Miguel Ángel Troitiño, y con la incorporación de Andrés Alonso Weber, redactó el expediente de solicitud de Cuenca como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, solicitud que fue aceptada el 7 de diciembre de 1996.
El equipo que dibujó los alzados de las calles lo formaron; Luis González-Adalid, Jesús Álvarez, Lola Lobato y yo mismo.
Director Juan Manuel Alonso Velasco Arquitecto Urbanista
Miguel Ángel Troitiño Vinuesa, Catedrático de Geografía Humana; Análisis histórico y socioeconómico
Carlos Corral Sáez, Ingeniero de Caminos; Tráfico y Peatonalización
Susana Santos Correal, Economista; Estudio Económico
Isidoro González-Adalid; Análisis del Medio Físico y Diseño Urbano
Lola Lobato, Licenciada en Historia del Arte; Documentación Edificios Catalogados
Pedro Martínez Escribano, Licenciado en Geografía e Historia; Encuestas de Actividades
Emilio García Gil, Geólogo; Análisis Geológico del Territorio
Manuel Pérez Álvarez; Coordinador del Equipo de diseño AV Arquitectura y Urbanismo.
Este mismo equipo, salvo Susana, Pedro y Emilio, coordinado en esa ocasión por Miguel Ángel Troitiño, y con la incorporación de Andrés Alonso Weber, redactó el expediente de solicitud de Cuenca como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, solicitud que fue aceptada el 7 de diciembre de 1996.
El equipo que dibujó los alzados de las calles lo formaron; Luis González-Adalid, Jesús Álvarez, Lola Lobato y yo mismo.
Llego por casualidad a tu blog y es muy interesante!.
ResponderEliminarMe suscribiré!.
me encanta tu trabajo :)
ResponderEliminarLos dibujos originales de Wingaerde están en la Ninlioteca Nacional de Viena. La primera persona que se le ocurrió pedir copias y traerlas a Cuenca fué (¡cómo no!) Fernando Zóbel, que en los años setenta logró (con las copias que se trajo) divulgarlo. A mí me pidió que facilitase desde el Museo las copias que me pidiesen, y así lo hice Luego mandó a los entonces nuestros fotógrafos Hermanos Blassi, para que retrataran todos los dibujos de Wyngaerde, que le fueron encargados por el rey Felipe II para la artillería
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