domingo, 23 de mayo de 2010

Joachim Patinir y taller; génesis de una pintura en un taller flamenco de comienzos del siglo XVI

Tenía, desde hace tiempo, la intención de dedicar un artículo a las ciudades que aparecen en los fondos de los cuadros de Joachim Patinir. Por ese motivo estudié el catálogo coordinado por Alejandro Vergara, que sobre la exposición de su obra organizó el Museo Nacional del Prado en 2007. Descubrí un aspecto, quizás no tan interesante para muchos, pero que puede ayudarme de manera importante en próximos encargos, y que se refieren a la forma de trabajar de un taller de pintura flamenco a principios del siglo XVI.

En este montaje me he centrado en algunos de los motivos más relevantes, pero podría incorporar hasta una docena de ellos, y que dejo a quien quiera jugar a las semejanzas y las diferencias; por ejemplo, la gran peña donde se conbija el santo; el episodio de los mercaderes que roban su asno y le es devuelto por el león al que arrancó la espina clavada en su pezuña; las grandes rocas del fondo del paisaje, etc. Las zonas de color verde completan el formato que los expertos consideran que debía tener la tabla o tríptico original, y efectívamente al analizar los motivos se aprecia claramente cómo en esos casos aparecen cercenados, incompletos.

Alejandro Vergara dedica un interesante capítulo a desentrañar la ejecución de las obras de Patinir, afirmando que “más de la mitad de estas (sus) obras participaron ayudantes” y que “con frecuencia (quizá siempre) el paisaje y las figuras los pintaban artistas diferentes”. De su lectura deduzco que un taller de pintura en esa época no se diferenciaba gran cosa de una ebanistería, con sus plantillas y modelos que se ensamblaban en función de las características del encargo y de las condiciones impuestas por el comitente. De esta manera, parece que en todo taller existía un “almacén” o “archivo” de estampas que constituían el fondo del que se extraían los motivos que, a la manera de un puzzle, se ensamblarían bajo la supervisión del maestro en el cuadro, con una habilidad extraordinaria en el caso de Patinir. Y que habitualmente, varias manos del propio taller y otras colaboraciones de fuera, sobre todo para las figuras, participaban en la confección del mismo. Remito a este maravilloso catálogo para quien quiera profundizar en este y otros temas sobre Patinir y su taller.

Por mi parte, y para evidenciar aún más esta técnica del puzzle, he confeccionado el panel de arrinicial en el que, centrándome en los Paisajes con San Jerónimo, destaco los motivos principales utilizados en cada una de las versiones, facilitando la comparación entre cada cuadro y cada motivo. Es muy instructivo y a la vez muy divertido analizar las diferencias y similitudes entre ellos, perfectamente explicadas en el catálogo, a modo de juego de las diferencias. Algunas imágenes no tienen la calidad deseada, pues he utilizado archivos bajados de Internet. Lo suyo habría sido utilizar las maravillosas fotografías del catálogo, pero por respeto a la autoría de los diferentes autores no lo he hecho. Disfrutar.


El "Paisaje con San Jerónimo" del Museo Nacional del Prado, en Madrid, aunque cortado en su lado izquierdo, contiene la mayoría de los repetidos motivos y episodios que configuraban la iconología sobre el Santo en esa época. San Jerónimo aparece quitándole la espina al león, que más tarde le ayudaría a recuperar el asno que le robaron unos mercaderes que viajaban en camellos, a la derecha. En otros casos se le representa con la túnica y el sombrero rojo de cardenal, o bien golpeándose en el pecho con una piedra. Encima, en la misma peña, el monasterio que fundó. La ciudad portuaria al fondo y la sempiterna pareja de viajeros.



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