miércoles, 13 de abril de 2011

Javier Mariscal, La Habana y Nueva York nunca fueron tan bellas

Dice Borja Hermoso en El País Semanal del 20 febrero de 2011; “Puede que se haya perdido ya para siempre o se esté perdiendo a pasos agigantados el concepto de belleza como valor vigente a defender y a admirar, pero no hay chispa de duda: esta es una película cuyos autores cometen el imperdonable crimen de creer (y se comprende) que han logrado crear belleza. Casi nada”.





A finales de febrero se estrenó en España la película Chico y Rita de Fernando Trueba y Javier Mariscal, en medio de un alarde bestial de marketing que a muchos dejó estragados. Una vez pasado ese sarampión –en este caso solo a los españoles- y ya más relajado vuelvo a gozar con los bellísimos dibujos de Mariscal de las ciudades en las que se desarrolla la trama: La Habana luminosa y verde de Tito Puente (recreado en la película) y en un Nueva York nevado y oscuro de Charlie Parker o Chano Pozo. 






Tengo por casa los nueve primeros números de El Víbora, de 1980, encuadernados con lomo de piel -menudo lujo para una revista tan sucia y antisistema como se diría ahora-, y en ella colaboraba Javier Mariscal con historias como la que os muestro de “Los Garrirris  con Fermín y Piquer”. Comparando aquello con lo que hace ahora, lo cierto es que no ha perdido el tiempo, al menos eso me parece a mí. Sigue fiel a su estilo suelto y despreocupado, pero a qué nivel. Ni siquiera conociendo algo de lo que venía haciendo recientemente podía imaginar unos dibujos tan bellos como los de Chico y Rita. De la misma revista, y de 1981 es la portada en color de una de los episodios,  con una ciudad muy fresca y luminosa, más ciudado el trazo, que ya adelantaba -con la evidente ventaja que da jugar a balón pasado- La Habana de Cico y Rita. 





En una estupenda entrevista en el nº 2009 de la revista de cine Fotogramas, contando los orígenes de esta aventura que duró siete años, Fernando le dice a Mariscal; ¡Hagamos una película sobre esta ciudad¡. Y efectívamente resultó así: con el tiempo, además de por su espléndida banda sonora y ser una buena película, se la recordará por los maravillosos paisajes urbanos de La Habana y Nueva York dibujados por Mariscal. Las dos ciudades estaban hermanadas en esa época por la música, con un permanente intercambio de orquestas entre ellas; “la película es una historia de amor de dos ciudades” dice Javier. Y la presencia permanente de las dos, como escenario de la acción, caracteriza la película como pocas veces ha sucedido en el cine. 

 


Del mismo artículo del El País Semanal, y que me disculpe Borja Hermoso por el abuso, es esta descripción de sus modos de trabajo: Seis años ya desde que Trueba y Mariscal decidieran que querían hacer juntos una película y desde que imaginaran el esbozo de esta hora y media de magia dibujada y musicada. Dos años con el guión entre manos (escrito entre Fernando Trueba e Ignacio Martínez de Pisón) y un año buscando financiación (es una coproducción hispano-británica) fueron el prólogo a un trabajo obsesivo, con hasta seis equipos de animación funcionando a destajo conectados a través de un software y enviándose los dibujos y los programas de animación vía web: seis unidades de trabajo en Filipinas, Hungría, Letonia, Brasil, Madrid y Barcelona, un gigantesco estudio global. Durante meses y meses, el estudio de Javier Mariscal en el complejo barcelonés de Palo Alto se convirtió, bajo la batuta de Tono Errando y la supervisión del propio Mariscal y de Trueba, en una especie de hormiguero donde cerca de 80 dibujantes y animadores fueron componiendo una imposible arquitectura de cifras colosales: 25 dibujos por segundo, 1.500 dibujos por minuto, 144.000 dibujos para 96 minutos de película, "que hubo que ejecutar al menos cinco veces", recuerda Tono Errando, quien explica cómo ciertos planos de la película tardaron hasta seis meses en ver la luz. "Chico y Rita es", resume, "un homenaje al cine clásico de los años cuarenta más la osadía gráfica de Javier Mariscal". Tono Errando
aparece en los créditos como codirector, aunque debió ser la persona clave  en la organización de semejante bullicio.
 






Casualmente toparon con un archivo fotográfico de La Habana de los años 40, justo la época en que discurre la película. Por otro lado Mariscal dibuja sin parar durante los viajes que hacen juntos para localizar. Los primeros storyboards los hace Fernando Trueba pero es su colega de aventura quién empieza a dibujar fondos; “decidimos que esos fondos fueran muy barrocos y rotos. Queríamos contraste, ya que los personajes iban a ser muy planos, por una cuestión de producción”



En su mesa de trabajo todavía hay una montaña de libros de fotografías de Nueva York y La Habana, como el de Robert Polidori, uno de los volúmenes que le han resultado más útiles para dar con los verdes, los vainillas, los marfiles y el azul petróleo con los que ha pintado La Habana.




“Yo lo que soy es muy mentiroso, porque para hacer fondos hay que reducir muchísimo. Tienes que ser muy sintético. La realidad tiene tal cantidad de información que en un dibujo siempre tienes que elegir, exagerar y romper perspectivas”. Javier Mariscal desgrana así las influencias -las referencias, más bien- que han sobrevolado su obra siempre, y en especial en este Chico y Rita: "Desde Disney hasta los animadores japoneses, pasando por la factoría Pixar, a la que todos debemos tanto, el cómic y la película Persépolis de Marjane Satrapi, el cómic y la película Vals con Bashir y la línea clara del cómic europeo tipo Hergé.


Visité la exposición que sobre los dibujos de Javier Mariscal organizó la FNAC de Madrid. Era muy poca cosa pero suficiente para disfrutar de algunos dibujos originales en vivo. Las fotos que hice resultaron malas por los reflejos de la iluminación. El de aquí al lado deja entrever el original. Sin embargo no renuncio a conseguir publicar un artículo con dibujos originales de Mariscal, sus croquis del natural, sus urban sketches que se dice ahora, esos que aparece dibujando en el DVD que acompaña el libro sobre la película. Tendré que echarle cara, como la que él le echó en los programas de Radio 3, la radio estatal española; parecía que estuviera trabajando en el medio radiofónico casi tanto como Jose MIguel López y compañía.












Nueva York según Javier Mariscal



La Habana según Javier Mariscal





 
Este artículo se ha centrado en los dibujos, pero tras ellos hay una ingeniosa manera de producirlos, sobre la que solo citaré, para que los que sientan curiosidad por ello, sepan de su existencia, y acudan a la web de la película en busca de más información. En la práctica, como dice Javier Mariscal, es una película dibujada.
Tono Errando, convenció a Fernando Trueba de que sería mejor rodar previamente con actores de carne y hueso, antes de proceder a dibujar y animar, con el fin de conquistar mejores cotas de realismo. Así se hizo, equipando a actores y objetos móviles de bolas que luego el ordenador identificaría, facilitando la impresión de realismo en los gestos y movimientos de loas escenas dibujadas. 




Como en otras secuencias de la película, en esta del café el escenario no es un simple fondo, sino una recreación en 3D de los dibujos de Mariscal, lo cual tiene mucho mérito. Una auténtica estancia por la que se desplaza la cámara sorteando obstáculos. El resultado de tan enrevesada traducción, como podéis comprobar, fue auténtico. Con todo, sigo en mis trece que lo mejor de esta película son los paisajes urbanos de Javier Mariscal.


Fernando Trueba; "que el cine tiene que ser sueño, o sea, que tiene que conseguir que te metas en un sitio, apaguen la luz y te olvides hasta de que te llamas Pepe, y eso se está perdiendo. Se está perdiendo, creo yo, la esencia del cine".



La web oficial de la película es magnífica, y de ella he sacado muchas y buenas imágenes, además de todo tipo de información sobre el film. Podéis pasar un buen rato navegando por ella pues da para mucho.

http://www.chicoyrita.com/inicio.html

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